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domingo, 28 de abril de 2013

Stephen Jay Gould y Zai en Casa Grande







Estamos aquí porque un raro grupo de peces tenían aletas con una anatomía peculiar que podría transformarlas en patas para criaturas terrestres;
 porque los cometas golpearon la tierra y eliminaron los dinosaurios, dando así a los mamíferos una posibilidad no disponible de otro modo (gracias a sus buenas estrellas en sentido literal);
 porque la tierra nunca se congeló totalmente durante la era glacial; porque una pequeña y tenaz especie que surgió en Africa, hace un cuarto de millón de años, de un modo u otro, se las ha arreglado hasta aquí para sobrevivir.

 Podemos suspirar por una respuesta “más elevada”, pero no existe. Esta explicación, aunque superficialmente problemática (si no aterradora,) en última instancia, es libertadora y estimulante. 
No podemos leer el significado de la vida pasiva en los hechos de la naturaleza, debemos construir estas respuestas nosotros; desde nuestra propia sabiduría y sentido ético.
 No hay otro camino.




La evolución no es un río largo y tranquilo






«Y, finalmente, la razón por la que estamos aquí es que un asteroide impactó contra la Tierra, exterminó los dinosaurios, y perdonó algunos pequeños mamíferos. Darwin creía que las extinciones masivas eran artilugios causados por la insuficiencia de los registros fósiles. Hoy sabemos que son muy reales: la historia de la vida ha estado marcada por numerosas extinciones masivas y brutales. ¡La evolución no es un río largo y tranquilo! Podemos citar la extinción en masa del finales del ordoviciano, hace 438 millones de años; la del final del devoniano, hace 367 millones de años... Pero la más terrible es la del final del permiano, hace 250 millones de años: borró de golpe cerca del 95% de especies marinas invertebradas. La última provocó la extinción de los dinosaurios, en la frontera entre el cretáceo y el terciario, hace 65 millones de años, activada por el impacto de un objeto extraterrestre que contenía iridio».

Gould, Obra conjunta: El final de los tiempos 






“La mayoría de nosotros no somos lo suficientemente ingenuos para creer en el viejo mito de que los científicos son dechados de objetividad desprovista de prejuicios, igualmente abiertos a todas las posibilidades, que sólo llegan a conclusiones mediante el peso de la evidencia y la lógica del argumento. Comprendemos que los prejuicios, las preferencias, los valores sociales y las actitudes psicológicas desempeñan un importante papel en el proceso del descubrimiento. Sin embargo, no debemos dejarnos llevar al extremo opuesto de cinismo completo: la opinión de que la evidencia objetiva no desempeña ningún papel, de que las percepciones de la verdad son completamente relativas, y que las conclusiones científicas no son más que otra forma de preferencia estética. La ciencia, tal como se practica actualmente, es un diálogo complejo entre los datos y las ideas preconcebidas”.




Me temo que Homo sapiens es "una cosa pequeña" en un Universo enorme, un acontecimiento evolutivo ferozmente improbable, claramente situado dentro de los dominios de la contingencia. Hágase de esta conclusión lo que se quiera. Algunos encuentran esta perspectiva deprimente; yo siempre la he considerado estimulante, y fuente a la vez de libertad y de la consiguiente responsabilidad moral.





Somos la progenie de la historia, y debemos establecer nuestros propios caminos en el más diverso e interesante de los universos concebibles: un Universo indiferente a nuestro sufrimiento y que, por lo tanto, nos ofrece la máxima libertad para prosperar, o para fracasar, de la manera como nosotros mismos elijamos.



Textos
- Stephen Jay Gould




 Foto 1 - Gustav Klimt 
Siguientes; Album familiar, Sol, Zai y Wara en Casa Grande





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