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sábado, 31 de enero de 2015

El país de las naranjas tristes

IV

Hay unas ánforas preñadas de ilusiones
-no confundir aquellas funerarias que atesoran esqueletos-
de barro abismal que enamorado abraza
en su redondez de planetas siderales
hijos de la ley de gravedad y de la mística ley que abunda el aire
es de presentir las palmas de las manos
y augurar las caricias que dan formas concretas
es de imaginar porque lo expende el viento
mientras el torno alfarero gira
mientras la tierra gira vertiginosamente
poblada de sabios, adivinos y reyes
y ninguno sabe aún en perihelio
hacia donde nos lleva un enjambre de planetas
derredor de la luz mas vital y certera
como mariposas girando a la llama del farol
y que siempre terminan con las alas quemadas

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