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martes, 2 de octubre de 2012

Madre

 Yo no puedo con las hojas amarillas, Madre 16 Mayo 2009



Yo no puedo con las hojas amarillas, Madre
Me aventajan.
Mira, a vientos les dì batalla 
Y muchas veces vencì, 
Pero con las hojas amarillas , Madre 
Yo no puedo. 
Se escurren como mariposas Tan fugaces, indolentes 
Se amontonan, se amotinan.
Tànto trajìn, y en alas de un molinete 
Se rien por los rincones del carcelero de Abril. 
Se desprenden del reloj del Otoño irreverentes
 Mal criadas, no respetan ni las canas. 
El silencio de tu escoba, Madre 
Me acobarda.
Què sinfonìa de siestas otoñales !
Y què danza tu ir y venir por el patio de la casa ! 
Las madreselvas, Madre
 Esas sì que te hacìan caso! 
-Nò como yo – 
Còmo trepaba tu enredadera, Madre 
Con què gracia y armonìa! 
Y còmo cantaba el balde bajo la canilla 
Su alegrìa de Domingo! 
Còmo venìan los gorriones a cobijarse en las alas 
De tu delantal floreado !
 Hasta las noches bajaban para abrazarnos de azul
Con miles de estrellas blancas! 
Madre, estos otoños como bufandas de lana 
Me aprietan en la garganta. 
Yo ponìa barriletes hacia el oeste dorado 
Mientras las risas trepaban por el hilo de algodòn.
 Aplaudìan las camisetas contentas de puro blanco
 En las primeras butacas de las sogas que tendìas.
 Los eucaliptos gigantes perfumando la funciòn 
Con su  coro de àngeles y cotorras discursivas  
Serà que la simpleza me puso una zancadilla... 
Porque las cosas sencillas, me cuestan
 ¡Son indomables! 
Estas hojas amarillas destilan su propia esencia
Como al pasar… Pasa el tiempo, Madre 
Y las alas nunca alcanzan para alcanzar tànto cielo !
Encontrè, Madre, la llave para reparar el mundo 
Si vieras còmo trabajo cara al sol y bien dispuesto 
A los dìas les presento mi gratitud como espada 
Voy con tu nombre en la boca 
Con tu sangre enarbolada.
Entro en los almacenes, viajo en tren, 
Bebo en claros manantiales. 
Escucho desde el corazón el pregòn del hombre gris
En las mesas de arrabales. 
Reparto luz de mis ojos a los ciegos de noches tristes y largas. 
Juego con el niño sòlo y empujo su hamaca lenta. 
Comparto el mantel tendido del pobre que siempre espera.
Me abrazo con los mendigos que alquilan las mismas plazas. 
Al obrero del andamio le alcanzo mi clavo de oro. 
De la construcciòn humana soy hermano de mi hermano. 
Y tambièn tengo mis manos 
Con las huellas de tu entrega. 
Voy, Madre, a los hospitales 
Y estoy en las tàntas filas que pueblan los desempleados.
Escribo aquellas canciones que los jóvenes cantan 
Y los indiferentes callan. 
Ya no tengo incertidumbres 
Tengo el Norte en tu añoranza. 
Y aunque el tiempo me acorrala en cada esquina del alba 
Y estas hojas amarillas juegan en el patio de mi alma 
Sigo soñando despierto 
Con tu sueño de Esperanza.

A Manuela Garcìa, desde el alba.


Danieladrián

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