Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,
Y apenado por no poder tomar los dos
De 1912 a 1915, Frost se marchó a Inglaterra, en el que sería de todos sus viajes el que más profundamente marcaría su vida. Allí conoció al escritor Edward Thomas y los dos se hicieron grandes amigos. Thomas era un hombre indeciso, una suerte de tartamudo vital que creía que tomar cualquier sendero significaba perderse muchos otros que eran igualmente atractivos. Aun sabiendo que tarde o temprano habría que decidirse, Thomas demoraba cualquier decisión hasta que la decisión acababa imponiéndose, como si fuera la decisión la que decidiera. A Frost aquello le pareció remarcable y la incapacidad de su amigo para cerrar puertas inspiro el más famoso de los poemas del estadounidense: «The road not taken» [«El camino no elegido»].
Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,
Y apenado por no poder tomar los dos
Siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
Mirando uno de ellos tan lejos como pude,
Hasta donde se perdía en la espesura;
Entonces tomé el otro, imparcialmente,
Y habiendo tenido quizás la elección acertada,
Pues era tupido y requería uso;
Aunque en cuanto a lo que vi allí
Hubiera elegido cualquiera de los dos.
Y ambos esa mañana yacían igualmente,
¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!
Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
Dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.
Debo estar diciendo esto con un suspiro
De aquí a la eternidad:
Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia.
Robert Frost
Este poema, un ejemplo de la belleza que asoma en las composiciones del californiano, se convirtió en su legado tanto como «Oh capitán, mi capitán» se convirtió en el del mencionado Whitman. Curiosamente, Frost siempre jugó a no desvelar demasiado del significado de estos versos. Unos vieron en ellos una advertencia: solo en la vejez uno adquiere la clarividencia necesaria para mirar atrás y ver cuál fue ese error (no acostumbramos a recordar los ciertos) que cometió. Otros creen que el poeta se ríe de los que viven en la perpetua duda, los que son —como su amigo Thomas— apóstoles del murmullo. Para algunos «El camino no elegido» es un juego algo perverso en el que Frost habla de dos caminos exactamente iguales, sin matices de ningún tipo, para después acabar concluyendo que le hubiera gustado volver atrás aun sabiendo que no existiría ninguna diferencia en tomar un u otro sendero. Hasta los hay que creen que en el poema subyace algún tipo de acertijo iniciático. Frost dijo una vez, preguntado al respecto, «este es un poema complicado, muy complicado». Y hasta en eso, nadie se pone de acuerdo.
http://rincondepoetasmajo.blogspot.com.ar/2013/02/pedro-luis-de-galvez.html
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