...Y cuando llegue el día del último viaje/ Y esté al partir la nave que nunca ha de tornar/ Me encontrareis a bordo ligero de equipaje/ Casi desnudo, como los hijos de la mar - Antonio Machado
La llaga en el dedo - 2 El dedo en la llaga no. El hombre se queja al médico : Me duele todo doctor. Me toco aquí y me duele, me toco acá y me duele. Donde me toco me duele.
Es la llaga en el dedo. Esta introducción voy a utilizar para postear una serie de artículos que deben llamarnos la atención y hacernos reflexionar.
Subí un poema de Antonio machado por José María Vilches, de su obra para teatro "Donde madura el limonero". Luego de copiar del vinilo a CD lo posteé completo a YouTube. Digo esto porque no hay casi nada por ahí guardado del gran Bululú, el queridísimo Vilches.
El texto es una parte de lo editado por el insurgente.org sobre una publicación de Rafael Narbona, Escritor y crítico literario - http://rafaelnarbona.es/?p=120
Donde me toco me duele últimamente. Escuché que un programa muy conocido en España entrevistaba a Jorge Lanata, presentándolo como un héroe del periodismo argentino. Lo que dijimos una vez, "compran verdura". O álguien quiere vender "verdura". Será el Grupo Prisa? Como sea, ocurre que los medios hegemónicos distorsionan la realidad de lo que ocurre en los paises latinoamericanos, creando compartimentos estancos de desinformados, como ocurre con los inmigrantes en Miami, Los Angeles; con la CNN y afines. En España hay muchos latinos, venezolanos, argentinos... que no tienen la menor idea de lo que ocurre aquí. Adoptan una opinión sesgada de lo que consumen a traves de esos medios. No me importa mucho de lo que opinan, piensan y leen los españoles. Mejor que de esto opine: Narvona. Me interesa la idea que van construyendo los nacidos en estas tierras, y que ahora están trabajando por aquellas latitudes... los que van quedando, porque de trabajar...ni hablemos.
El Insurgente.org tiene esta muletilla: ( foto) - y los invito a leer y a continuar a traves de los link ofrecidos...
Odio a este puto país porque al cruzar los Pirineos la caspa deja de ser un problema de higiene y se convierte en un signo de identidad nacional. Odio a este puto país porque sus pueblos aún martirizan a los animales, alegando que taladrar la piel de un toro con un estoque o lanzar a una cabra desde un campanario es arte y no tortura. Odio a este puto país porque presume de unos huevos de oro, pese a su cobardía con las incontables víctimas de la rebelión de los generales en 1936. España es un gran cementerio bajo la luna, una gigantesca fosa clandestina donde aún se amontonan los restos de maestros, poetas, obreros, campesinos, socialistas, anarquistas y comunistas, asesinados por luchar contra terratenientes, señoritos, banqueros, curas y militares. Nada augura que esos restos hallarán una digna sepultura o que el espeluznante mausoleo de Cuelgamuros será dinamitado, corriendo la misma suerte que los edificios y monumentos de la Alemania nazi y la Italia fascista. Odio a este puto país porque es un Reino y no una República, con un idiota coronado que extermina elefantes, confraterniza con dictadores, colecciona Ferraris en mitad de una pavorosa crisis económica y rivaliza con su tatarabuela Isabel II en promiscuidad, molicie, avaricia, oportunismo, populismo, estulticia y arribismo.
Odio a este puto país porque ha convertido el traje de gitana en símbolo nacional, sin avergonzarse de haber maltratado y hostigado durante siglos al pueblo romaní, confinándole en lejanos basurales. Odio a este puto país porque su unidad se ha construido sobre invasiones, matanzas y expolios. Odio a este puto país porque se identifica con la bandera de los Borbones y no con la enseña tricolor de la Segunda República. El rojo y gualda es una herencia (otra más) del franquismo, una dictadura tan sangrienta como ridícula, donde un militar bajito y con voz de espantapájaros se hizo llamar Caudillo y Generalísimo, escribiendo algunas de las páginas más negras de la historia universal de la infamia.
He nacido en este puto país, pero preferiría ser un piel roja o un extraterrestre perdido en el espacio. He nacido en este puto país, pero preferiría que la selección española no hubiera ganado la Eurocopa, particularmente después de saber que sus jugadores tributan sus bonificaciones en el extranjero para eludir la presión fiscal.
El hombre visitaba al médico y se quejaba : Me duele todo doctor. Me toco aquí y me duele, me toco acá y me duele. Donde me toco me duele. Es la llaga en el dedo.
Esta introducción voy a utilizar para postear una serie de artículos que deben llamarnos la atención y hacernos reflexionar. Es importante debatirlos, llevándolos al plano del diálogo con colegas, familiares, camaradas. Esta vez nos conmueve la redacción del periodista nacido en Córdoba, Argentina en el año 1954 (en 1976 se exilió en Suecia, donde se graduó en la Facultad de Periodismo de
la Universidad
de Estocolmo - http://www.waltergoobar.com.ar)
Cada kilo de coltán que se
extrae para la fabricación de teléfonos móviles, GPS, armas teledirigidas,
satélites artificiales, les cuesta la vida a dos niños africanos. Son datos
terroríficos.
No menos de cinco millones
de civiles murieron en el Congo a lo largo de la guerra que ya lleva más de una
década. Murieron por el coltán, pero ni ellos lo sabían. El coltán es un
mineral raro, y su nombre designa la mezcla de dos minerales estratégicos
llamados columbita y tantalita. Poco o nada valía el coltán, hasta que se
descubrió que –por su conductividad– era imprescindible para la fabricación de
teléfonos celulares, playstations, computadoras, GPS y misiles; y entonces pasó
a ser más caro que el oro. Hoy mueren dos niños africanos por cada kilo de
coltán que se extrae para la fabricación de estos productos de la sociedad de
consumo.
El 80% de las reservas
conocidas de coltán están en las arenas del Congo, un país pobrísimo, pero que
para su desgracia es riquísimo en minerales, y ese regalo de la naturaleza se
sigue convirtiendo en maldición de la historia.
El Congo huele a sangre,
enfrentamiento entre etnias, pobreza, esclavitud y sobre todo a dinero. La
antigua colonia belga tiene tanta riqueza que con su explotación debería nadar
en la abundancia, sin embargo lo que le sobran son guerras. En su territorio
alberga en grandes cantidades cobre, cobalto, estaño, uranio, oro y diamantes,
casiterita, wolframita y sobre todo coltán.
Mientras el planeta se
horroriza ante las atrocidades de la guerra civil en Siria, en África se libra
otro antiguo y olvidado conflicto que parece interminable ante el silencio
cómplice de los medios de comunicación y las trasnacionales involucradas en la
producción de celulares y otros elementos de alta tecnología que requieren
coltán. Sólo baja de intensidad de vez en cuando y vuelve a la barbarie cada
vez que un fabricante de playstations retrasa la salida de su nuevo modelo
aduciendo la falta de ese mineral.
Es la guerra del Congo o del coltán, como la llaman algunos, porque si bien el
coltán no fue la razón primera de su estallido, sí lo es de su continuidad. Porque
estos minerales de sangre son la riqueza del Congo y a la vez su condena.
Las grandes víctimas de
toda esta guerra económica que se está desarrollando en el tercer país más
grande de África son, sin duda, los civiles. Cifras impresionantes que nadie
sabe por qué, sólo ahora han saltado a la primera plana de los periódicos. Más
de cinco millones de personas han sido masacradas desde 1998 en Congo, y desde
el Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas (Acnur)
confirman que actualmente hay 1.350.000 desplazados en el interior del país.
Las mujeres y niñas son sistemáticamente violadas y empleadas como arma de
guerra. Los niños no se salvan de la barbarie: unos son obligados a trabajar en
las minas de coltán a mucha profundidad porque son los únicos que caben en
ellas; miles de ellos mueren sepultados, de hambre y de agotamiento. Se calcula
que por cada kilo de coltán extraído mueren dos niños. Otros son reconvertidos
en niños y niñas soldados; llegó a haber más de treinta mil reclutados y quedan
entre tres y siete mil como carne de cañón, según datos de Amnistía
Internacional. Los enfrentamientos actuales han puesto de nuevo en marcha este
macabro sistema que se lleva a niños de sus aldeas para participar en la
guerra. Los que intentan escapar son torturados ante sus compañeros para que
sirvan de ejemplo. Hambre, desnutrición, sida, malaria o tuberculosis se suman
a una situación alarmante. Por ejemplo, semanas después de que la Corte Penal
Internacional condenara al comandante rebelde Thomas Lubanga a 14 años de
prisión por reclutar niños soldados, Human Rights Watch cifraba en 149
“kadogos” (así se les conoce en la jerga militar) los secuestrados para luchar
junto al grupo M23, liderado en la sombra por BoscoTerminator Ntaganda,
lugarteniente de Lubanga que tiene orden de captura por el mismo tribunal.
Todo comenzó cuando los
tutsis de la vecina Ruanda recuperaron el poder tras el genocidio de 1994 que
cometieron los hutus. Estos últimos se refugiaron en el vecino Congo temiendo
la represalia tutsi.
Agentes encubiertos de
Ruanda como Terminator Ntaganda o Laurent Nkunda, ahora en situación de
semilibertad en Kigali, fueron enviados junto a sus tropas a masacrar a los
hutus que habían cruzado la frontera. Con esa táctica, Ruanda alejó la guerra
de su territorio y justificó una ocupación militar en las zonas minerales que
el Gobierno congoleño, a 2.000 kilómetros en la lejana Kinshasa, es
incapaz de controlar. Ahora la
Ruanda del presidente Paul Kagame, también acusado de
genocidio en aquellas operaciones de castigo, le ha dado la luz verde a
Terminator Ntaganda, que también fue niño soldado.
Gracias a esa constante
inestabilidad, el gobierno del Congo ni puede explotar las minas ni mucho menos
cobrar impuestos. Y sus vecinos necesitan la guerra para mantener un coltán
barato, sin impuestos gubernamentales, gestionado por milicias fácilmente
sobornables, como el M23 de Ntaganda, que factura miles de euros semanales en
contrabando al mando de una brutal milicia armada con lanzacohetes y fusiles kalashnikov.
Hay muchos analistas que
apuntan que son las multinacionales, con la complicidad de las potencias
internacionales, las que han azuzado el conflicto. De hecho, Naciones Unidas
hizo una investigación y las conclusiones fueron que se trataba de una guerra
dirigida por “ejércitos de empresas” para hacerse con los metales de la zona,
acusando directamente a Anglo-América, De Beers, Standard Chartered Bank y cien
corporaciones más.
En el último decenio, las
grandes transnacionales Nokia, Ericson, Siemens, Sony, Bayer, Intel, Hitachi,
IBM y muchas otras han obtenido el material de esa zona para lo cual se han
formado una serie de empresas (la mayoría fantasmas) asociadas entre los grandes
capitales, los gobiernos locales y las fuerzas militares rebeldes para la
extracción del coltán y de otros minerales como el cobre, el oro y los
diamantes industriales.
Entre las más nombradas
aparecen la Barrick Gold
Corporation, de Canadá, la
American Mineral Fields (en la que George Bush padre tenía
intereses) y la sudafricana Anglo-American Corporation. El coltán extraído
tiene como destino los Estados Unidos, Alemania, Bélgica y Kazajstán, aunque al
tráfico y elaboración están vinculadas decenas de compañías. La filial de la
alemana Bayer, Starck, es la productora del 50% del tantalio en polvo a nivel
mundial.
Todas negaron estar
involucradas en la guerra, mientras que sus gobiernos presionaban a la ONU para que dejaran de
acusarlas. En el informe de la ONU
se exponen un número de empresas europeas que han tenido mucho que ver con el
mantenimiento económico de los rebeldes ruandeses para facilitar su comercio de
coltán. Ahí aparecen las empresas belgas Sogecom Sprl, Sogem Unicore, o la
alemana Masungiro GmbH, las actividades del suizo Chris Huber o la
joint-venture holandesa y americana, Eagle Wins Resources. En un circuito que
va desde la explotación minera hasta los fabricantes de tecnología como indica
esta figura.
Pero ahí no queda todo.
Este problema ha abierto, a su vez, un conflicto entre estadounidenses y
europeos por el control del coltán. Este enfrentamiento tiene un tercer
oponente: China, que firmó el contrato del siglo con el Congo en septiembre de
2007 para explotar durante 30 años los recursos naturales del país africano con
un esquema de reparto de dividendos donde China se quedará con el 68% y el 32%
restante irá a parar a los congoleños. Los minerales de sangre salen por la
frontera hacia Ruanda por carretera o por aire, a la vista de todos, dejando
los bolsillos llenos a los corruptos funcionarios congoleños. Desde Goma, vía
Kigali, viaja a las zonas fabriles de Shanghai, donde el Gobierno chino no se
molesta en preguntar de dónde viene. Y de ahí a nuestros celulares, laptops y
tablets.
Quien controle el coltán
controla nuestra vida.
Como en el siglo XXI, toda
nuestra tecnología depende de que haya un niño allí dando martillazos a una
piedra y a un pedazo de tierra que se le viene encima.
"Los canallas viven mucho, pero a veces se mueren".
Vamos a festejarlo Vengan todos Los inocentes los damnificados los que gritan de noche los que sueñan de día los que sufren el cuerpo los que alojan fantasmas los que pisan descalzos los que blasfeman y arden los pobres congelados los que quieren a alguien los que nunca se olvidan
Vamos a festejarlo Vengan todos el canalla se ha muerto se acabó el alma negra El ladrón El cochino se acabó para siempre hurra que vengan todos
Vamos a festejarlo a no decir La muerte siempre lo borra todo Todo lo purifica
Cualquier día La muerte no borra nada Quedan Siempre las cicatrices Hurra murió el cretino
Vamos a festejarlo a no llorar de vicio que lloren sus iguales y se traguen sus lágrimas se acabó el monstruo prócer se acabó para siempre Vamos a festejarlo a no ponernos tibios a no creer que éste es un muerto cualquiera Vamos a festejarlo a no volvernos flojos a no olvidar que éste es un muerto de mierda.
Francisco Peregil es el corresponsal para Suramérica de El PAÍS. Está radicado en Argentina y su área de trabajo incluye Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Uruguay, Paraguay y Brasil. Así abre sus posteos, haciendo referencia a Antonio Machado ( su Juan de Mairena) ; y si ese escrito es su escudo de armas, su blasón, su ostentación ... mejor hubiera puesto en su lugar un borrón, un follón, alguna mierda que no surte inspiración.
"Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: «Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa»". Una vez escrito, Juan de Mairena le pide: "Vaya usted poniendo eso en lenguaje poético". Y Pérez, después de meditar, redacta: «Lo que pasa en la calle». Trataremos de adaptar la famosa lección de Machado al periodismo en el Cono Sur de América. Hablaremos de su gente, los rincones, los libros, las veredas...
@fperegil Hijo de puta, no mientas. A Clarín se la dió Videla y Magñeto tiene las manos ensangrentadas
Allí tiene una respuesta de uno que se llama también Francisco, pero no anda lo mas Pancho como el otro Pancho desinformando a los españoles. Lo pone en vereda.
Quiero decir, que esta caterva de personajes que dicen ser periodistas, y exponen sus miserias que de seguro, mucha gente "compra" como si fueran verdades, realidades, " Lo que pasa en la calle" y son miserables patrañas urdidas por los grupos hegemónicos de la SIP, empresarios que son factores de poder y que no voy a dar muchas explicaciones de lo que son y representan...
Si voy a aclarar, que hay una causa en la justicia argentina, prosperando; avanzando contra el Grupo Clarín ( Son socios del Grupo Prisa - El País ) por la apropiación indebida de Papel Prensa, empresa fabricante de papel, en acción conjunta con el gobierno de facto del General Videla y los directivos del diario La Nación - otro clarín que lleva prisa para atentar contra los gobiernos soberanos y populares y destituir gobiernos que no les favorecen -
En verdad tienen las manos manchadas de sangre. No es una metáfora.
Y este Peregil - en mi país se le llama perejil también a los empleaduchos, prestanombres, mascarones de proa; este " como Pancho por su casa " y que lo tenemos radicado aquí; dice: