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martes, 25 de junio de 2013

Brasil otra llaga en el dedo

Buen dia Brasil

Esta cita, extraída de la crónica que edito mas abajo , es uno de esos ejemplos de
LA LLAGA EN EL DEDO:




Y es que constatar que una sociedad no está dormida hace que muchas personas se sientan orgullosas de ser parte de lo colectivo.


Buen día Brasil.
Estas movilizaciones, dentro del contexto de gobiernos progresistas, con gran trabajo en las bases sociales, verdaderamente democráticos; pueden hacer pensar a mas de uno, que forman parte de un entramado golpista, destituyente, reaccionario, etc.
Pero estos “indignados” se parecen mas a los “indignados” de España, Grecia o Turquía. O Egipto.
No tienen el mismo basamento que aquellos que marcharon hace poco en Argentina, en contra del gobierno.
Si, es posible, que muchos de los manifestantes de las calles de Buenos Aires, Córdoba o Rosario, aquella última oportunidad, tengan un sentimiento común, una inquietud similar, una manera de expresión natural, arrancada de esas mismas fuentes que “indignan” a los hermanos brasileros.
Y haciendo entonces salvedades, es bueno que busquemos ese entramado comunicante, que en su momento, puede crear las condiciones para que haya manifestaciones de ese tipo en Argentina.
Las está habiendo en Chile. Claro, con un objetivo evidente y aclaramos que ese mismo motivo no puede expresarse en Argentina. Aquí la educación gratuita en las universidades es un ejemplo para el mundo.
Pero si hay motivos diferentes.
Siempre hay – y habrá motivos – para manifestarse.  En una sociedad que vive momentos críticos, digamos una embestida de los poderes antidemocráticos, monopólicos, que están viendo socavar los cimientos de su potencial para mantener las riendas del sistema, en connivencia con factores del Poder Judicial y otras corporaciones; es lógico que cualquier manifestación en las calles, genere un escozor porque se sabe, que puede convertirse en  agua para aquellos molinos interesados en mantener todos los canales funcionando en aquel entramado que les permitió, por casi siempre, acrecentar sus privilegios y riquezas durante la historia de nuestro país.
Pero también es posible, que aquí haya este tipo de manifestaciones. Aquí, en Bolivia, en Ecuador, en Venezuela, nombrando a países cuyos gobiernos están trabajando denodadamente para instalar la justicia social y logar la merecida distribución de la riqueza.
En qué contexto natural, espontáneo, lógico, se puede repetir un acontecimiento como el que ocurre en Brasil, y que aún no ha mostrado sus límites ni consecuencias?
Eso, evaluemos juntos.
Hace un par de días el líder de los reclamos por los derechos de los Quom fue recibido junto al Premio Nóbel de la Paz Pérez Esquivel , por el Papa Francisco y lo que quedó de aquella reunión, fue el repetido reclamo  de ser recibido por Presidencia para plantear sus necesidades y brindar soluciones a esa comunidad ancestral de Chaco y Formosa. Pregunta : Qué cosa impide a colocar un número importante de funcionarios a trabajar , atendiendo esas necesidades, que preferimos ocultar detrás de un manto de dudas y cuestiones politiqueras, dejando abiertas las puertas para que se vayan colando los vientitos que mañana, se transforman en vendavales !
Es un ejemplo, como lo puede ser el sistema de transporte ferroviario o el transporte en general en Buenos Aires. Sufrimos dos accidentes terribles en el transporte ferroviario, que es un engranaje importantísimo en el movimiento laboral de nuestra ciudad capital.
Cité dos ejemplos, que parecen traídos al azar arrancados de las noticias mas popularizadas.  Pero los dos, conllevan sus cuitas de corrupción.
La manera en que se lleva a cabo el cultivo de soja en aquellas latitudes, destruyendo montes ancestrales y minando el potencial de las tierras, con el objetivo económico, que es atendible para muchas poblaciones, pero que a largo plazo puede resultar desastroso…
Lo que quiero significar, es que los actos de corrupción de cualquier gobierno no van a ser nunca justificados por esa población, que potencialmente está capacitada para salir  a las calles a manifestarse.
Los grandes esfuerzos de funcionarios y dirigentes, y la puesta en evidencia de todos los logros y avances, no alcanza, cuando permitimos que esos compartimentos estancos de corrupción histórica estatal, mantengan sus puestos y madrigueras desangrando las arcas estatales.
Por eso digo que es una buena noticia lo de Brasil.
Para toda Latinoamérica.
Cuando las luchas populares ganan un terreno, como este territorio ganado en Brasil por los trabajadores, o en Argentina, con tantos frutos en derechos humanos, distribución equitativa de las riquezas y muchos logros que merecen ser señalados uno a uno, ya no se puede volver para atrás. El pueblo no vuelve para atrás, en circunstancias como esta.
Es una señal para los gobiernos progresistas, que tendrán que atender y reflexionar sobre el curso de estas acciones, y un firme y decidido conjuro, contra los advenedizos de la política como contra los viejos sectores conservadores, que están preparando sus listas para los próximos comicios:

Vamos por mas, parecen ejemplificar los manifestantes.

25.06.2013 | 03:09 | Opinión 



El horizonte de las movilizaciones

Dos semanas de masivas e inesperadas movilizaciones en Brasil terminaron despertando una serie de monstruos que hasta entonces no tenían más trascendencia que la de simples comentarios en las redes sociales. Cuanto más crecía y se expandía más imposible era indicar sus causas y composición con certeza.


Por: 

En la calle, las críticas a la magnitud del presupuesto público transferido a un grupo de empresas de transporte se conectó inmediatamente con el financiamiento público al mundial de fútbol, justo cuando la FIFA organiza un ensayo con la Copa de las Confederaciones. Evidentemente hay más que un Brasil, y eso es lo que quedó claro estas semanas. 
Caetano Veloso –también uno de los grandes intérpretes de la realidad brasileña en estos momentos– ligaba en su web oficial estas megamanifestaciones con la resistencia a las arbitrariedades y la sordera del poder en Brasil: "Siento una identificación espontánea con los manifestantes. Aquí en Río (...) sentí, por los mensajes de correo electrónico que recibía, por las conversaciones que tenía y por los videos en los que aparecieron policías lanzando gases lacrimógenos –inclusive mi candidato para la alcaldía de Río de Janeiro en las últimas elecciones, Marcelo Ceniza, fue golpeado mientras iba a mostrar su solidaridad con los resistentes–, que ese tipo de manifestaciones crecerían. Que haya sido en respuesta al aumento de la tarifa de los autobuses sólo confirma mi percepción de que es algo real, una expresión de insatisfacción de la población con una situación de lo púbico que muestra su agotamiento. No se trata sólo del gobierno PMDB en el estado o en la ciudad, ni del PT a nivel federal. Es todo un conjunto que necesita escuchar que ya no hay aceptación pasiva de lo que ellos deciden que sea. Por mi parte, me identifico con los manifestantes. Están dando voz a sentimientos a los que todavía les falta articulación. Tienen que hacernos pensar. Recuerdo las marchas de la década de 1960 y pienso en los movimientos que se producen en Turquía ahora, y hace poco en los EE UU, España, Grecia o en varios países árabes. Me siento en sintonía con estas personas..."
Y es que constatar que una sociedad no está dormida hace que muchas personas se sientan orgullosas de ser parte de lo colectivo.
La masividad de estas protestas indica que no son sólo una explosión multitudinaria de insatisfacción, sino que visibilizan el déficit democrático de un Brasil devorado por el pragmatismo, la corrupción y los silencios.
En los últimos diez años, el brasileño tuvo que vivir con una curiosa metamorfosis: por una parte, el pragmatismo de Lula contradiciendo el discurso de toda su vida y el viraje del PT como un partido de "trabajadores". El escándalo del "mensalão", es decir la mensualización de los opositores en el Parlamento, seguramente es el ejemplo más elocuente de este proceso de desconexión del PT con sus raíces históricas y con movimientos sociales de base como los Sin Tierra.
El prefecto de São Paulo, Fernando Haddad, con mucha proyección después de haber ganado en una ciudad donde en general gana la oposición, no ha tenido mayores dificultades en sincerar la derechización de un partido que gobierna aliado a los sectores más conservadores.
Tal vez estemos viendo los límites del lulismo. Hay una pista en una de las campañas de publicidad montadas por los marquetineros de Fernando Haddad. Uno de sus spots de campaña decía "Con Lula, tienes TV, coche, casa, heladera y electrodomésticos. De la puerta para adentro de la casa la vida cambió. De la puerta para afuera todavía no cambió." De "la puerta para afuera" se refiere a los servicios públicos colapsados, horas perdidas en transportes caros y de pésima calidad, escuelas públicas carentes de materiales y docentes, y las debilidades de la salud pública, sin dejar de mencionar un creciente clima de inseguridad pública en las ciudades.
El lulismo –como analiza André Singer– aumentó la capacidad de consumo de los sectores que estaban casi al margen del mercado, pero no amplió significativamente el acceso a derechos básicos de ciudadanía. Lo cierto es que existe legitimidad para transformaciones más profundas de las que han sido realizadas en los últimos años, como la recuperación del valor del salario mínimo, elevar el nivel de empleo y políticas sociales focalizadas.
Las protestas de los últimos días son, entonces, algo que inevitablemente iba a surgir en las fisuras que generan las desigualdades que siguen marcando la sociedad brasileña, las brechas que separan las clases sociales en un contexto de modernización capitalista en el cual aumenta el tamaño del pastel, se reparten rebanadas crecientes pero proporcionalmente se acumulan riquezas y se generan poderes políticos y sociales que se adueñan de los circuitos productivos, de las instituciones públicas y de los aparatos ideológicos. La paradoja de los gobiernos del PT es que generaron procesos de oligarquización en lugar de democratizar la riqueza y de abrir espacios de participación, espacios que en el pasado habían servido para que este partido surgiera y llegara a ganar elecciones.
No debería sorprender que la protesta tome formas difusas y sea protagonizada fundamentalmente por jóvenes etiquetados como de la clase media que emerge, en medio de la relativa movilidad social de la última década.
Las formas difusas corresponden tanto al rechazo hacia partidos y sindicatos como a la construcción de nuevas culturas políticas, en particular aquella de los llamados indignados. que reúne una serie de identidades, reivindicaciones y formas de luchas diversas que no acaban de articularse pero siguen manifestándose de manera dispersa. El gobernador de Rio Grande do Sul, Tarso Genro, que siempre fue una referencia de la izquierda del PT, advirtió sobre la importancia de la reforma política e insistió en la perentoria necesidad de más democracia y transparencia en la gestión.
La movilización levanta el velo y muestra la realidad contradictoria y las miserias ocultas detrás del mito del milagro brasileño.
Según el politólogo Bruno Lima Rocha, la representación colectiva que orienta estos actos es de base libertaria y tiene la incidencia directa del anarquismo, tanto en su forma más difusa como en la orgánica vinculada a la Coordinación Anarquista Brasilera (CAB). La presencia de este conjunto de ideas y formas de acción alimenta el repudio a la presencia de banderas político-electorales. La tesis anarquista es simple: fortalecer a las entidades de base y a las redes de movimientos populares. A partir de la fuerza de estas colectividades ir a conquistar derechos, disminuyendo el margen de actuación de empresarios y gobiernos.
El politólogo Emir Sader admite que los gobiernos de diferentes partidos, unos más (los de derecha) y otros menos (los de izquierda), tienen dificultades de relacionarse con las movilizaciones populares. Toman decisiones importantes sin consultar y cuando se enfrentan con resistencias populares, tienden a reafirmar tecnocráticamente sus decisiones.
Sader resalta la sorpresa de los gobiernos y su incapacidad para entender el potencial explosivo de las condiciones de vida urbanas y, en particular, la ausencia de políticas para la juventud desde el gobierno federal.


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