Mi padre, Domingo Ceballos Araya
Jugaba ajedrez , y recuerdo imágenes como esta
concentrado ... juegan blancas
Mi nieto, Zai
con las mismas piezas, concentrado...
Seguimos jugando... aunque todo parezca tan serio
Conocí y trabajé con Ariel Petrocelli, poeta , autor de obras inolvidables del cancionero popular argentino. Era un amante del ajedrez:
Ajedrez por milonga
Jugué ajedrez con la vida
Sin saber de la ventaja
Que llevaba en la baraja
En la primera movida
Comencé bien la partida
Mis piezas jugaban más
Y no sospeché jamás
La dolorosa celada
Tan solo en una jugada
La vida me dejó atrás.
Le llevaba alfil y dama
En final ya era mío
Y cuidé de no armar lío
Con los hilos de la trama
Pero se apagó la llama
De la encendida ilusión
En la mejor posición
la vida me dio las piezas
y con extraña destreza
me capturó el corazón.
Un peón en dama convierte
La guadaña presuntuosa
Y allí se cavó la fosa
La muerte en su propia muerte
Porque jugó de tal suerte
Que con la flecha de un jaque
Le llevé su rey al mate.
Con la voz neutra y fatal
Dijo en tono fantasmal
Es a muerte el desempate.
No es un juego, el ajedrez
Para jugarlo por nada
Mi suerte ya estaba echada
Del derecho o del revés
Porque no hay segunda vez
No se cura de esta herida
Al final de la partida
Me volvió a gritar la muerte
Soy la dueña de tu suerte
Y la dueña de tu vida.
Jugué ajedrez con el hombre
Buscando rival parejo
Para mirarme en su espejo
Y responder por mi nombre.
Pero que nadie se asombre
Del resultado final
Porque en la suma total
Ganó y perdió quien les habla
Otras veces hice tablas
Y anduve de igual a igual.
Por terminar con la historia
Del ajedrez y su juego
Se demuestra que no hay juego
Que pueda con su memoria
Va dando vuelta la noria
Por una y eterna vez
Se juega hasta la vejez
Pero al final del combate
Se gane, pierda o empate
Siempre gana el ajedrez.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario