En la Segunda Enmienda
de la Constitución
de EE.UU.(…) (1791/93) ratificó y
precisó el alcance de la medida: todos los
blancos en edad militar obtuvieron un mosquete y equipo para servir en las
milicias (…), enfrentar a las tribus nativas en la frontera y sofocar
rebeliones internas, incluidas eventuales
rebeliones de los negros.
CONTRATAPA - Página12 / 19 Dic 2012
La bendita enmienda
La matanza de seis adultos y
veinte niños en una escuela primaria de Newtown causada por un inestable mental
es la más mortífera de ese tipo en la historia de EE.UU. y ha puesto otra vez
sobre el tapete la discusión entre quienes desean que se controle la venta de
armas a civiles y quienes proclaman que esas eventuales regulaciones violan la Segunda Enmienda
de la Constitución
de EE.UU., aprobada por el primer Congreso del recién nacido país en 1789. Su
texto establece: “Dado que una milicia bien regulada es necesaria para la
seguridad de un Estado libre, no se deberá infringir el derecho de las personas
a portar armas”. Es decir, se trataba de una medida destinada a garantizar la
seguridad ciudadana, no a socavarla.
El
segundo Congreso (1791/93) ratificó y precisó el alcance de la medida: todos
los blancos en edad militar obtuvieron un mosquete y equipo para servir en las
milicias: “La idea fue que los jóvenes pudieran resistir una agresión de países
europeos, enfrentar a las tribus nativas en la frontera y sofocar rebeliones
internas, incluidas eventuales rebeliones de los negros. No había nada
particularmente idealista en la disposición, el objetivo era la ‘seguridad’ de
la joven nación”, señala Robert Parry (//election.democraticunderground.com,
15/12/12).
Huelga
decir que una cosa es un mosquete, que se debía cargar después de cada tiro, y
muy otra el rifle de asalto semiautomático Bushmaster 233, una de las armas con
las que Adam Lanza perpetró la matanza. Pero a la Asociación Nacional
del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) –y al complejo militar-industrial que
produce un armamento cada vez más avanzado– poco y nada les importa el
transcurso de más de dos siglos y el cambio radical de situación consiguiente.
Son “constitucionalistas” cuando de armas se trata.
Hubo
ya matanzas masivas de civiles con armas de fuego en EE.UU. durante la década
pasada y aun ésta. La mitad, las doce más mortíferas, tuvieron lugar desde el
2007. En realidad, la cifra queda chica si se la compara con la lista de 62
páginas de tales masacres que desde 2005, con mayor o menor número de víctimas,
viene registrando la
Campaña Brady para prevenir la violencia armada (www.bradycampaign.org, diciembre de 2012). Es
mucha sangre y se debe en buena medida al poderío de la NRA y a su enjundioso cabildeo
en apoyo de candidatos al Congreso que apoyan su objetivo central: respeto a la Segunda Enmienda.
Un
estudio del Centro de Políticas Responsables revela que, desde 1990, la NRA ha contribuido con 29,2
millones de dólares a las campañas de candidatos al Congreso y a la Casa Blanca. Un 87
por ciento de esa cifra fue para republicanos. En el ciclo electoral más
reciente, el pool pro-armas donó 3,1 millones de dólares a tales candidatos y
gastó 5,5 millones en cabildeo (www.alternet.org,
15/12/12). En el 2011 y hasta agosto del 2012, el NRA financió el 60 por ciento
del gasto en cabildear de ese pool, también integrado por propietarios de armas
de fuego de EE.UU. y otros grupos (www.opensecrets.org,
diciembre de 2012).
Atribuir
a la NRA
responsabilidad por la tragedia de Newtown es obligado, pero cabe preguntarse
qué han hecho o hacen los tres poderes estadounidenses al respecto. El
presidente Obama prometió cambios en la materia, pero no precisó cuáles. No
pocos de sus antecesores en el cargo anunciaron lo mismo al producirse matanzas
similares, pero Bill Clinton fue el único que impuso algunas restricciones a la
venta de armas de fuego a los civiles: esas normas prescribieron hace casi un
decenio. Sólo ahora algunos demócratas bregan para que se establezcan
controles.
La
opinión pública estadounidense se muestra dividida sobre el tema. Una encuesta
de ABC News/Washington Post que se llevó a cabo del 14 al 16 de diciembre
revela que un 54 por ciento de los interrogados demanda leyes más estrictas
relativas al control de armas, mientras un 43 por ciento se opone (www.pollingreport.com, 16/12/12). Otro sondeo
de Reuters/Ipsos indica, sin embargo, que la proporción de quienes se
pronuncian por la promulgación de leyes que obliguen a una estricta revisión de
antecedentes del comprador se elevó al 84 por ciento (www.dailypress.com, 17/12/12), algo menos
abarcador en lo que hace a las medidas posibles: permitiría que continúe la
venta de armas largas.
El
Pew Research Center de Washington indagó algo de fondo: preguntó a 746 adultos
si la matanza de Newtown fue el mero acto de un individuo perturbado o reflejaba
la existencia de problemas más vastos en la sociedad estadounidense. Las
opiniones, nuevamente, resultaron divididas: un 44 por ciento se pronunció por
lo primero y un 47 por ciento por lo último (www.people-press.org, 17/12/12).
El
lunes pasado, apenas a tres días de la tragedia de Newtown, la policía de Cedar
Lake, Indiana, detuvo a Von. I. Mayer, un señor que había amenazado con “matar
a todos los que pudiera” de una escuela vecina. Encontraron 47 armas de fuego y
las municiones correspondientes escondidas en su casa (www.salon.com, 16/12/12). Vaya.
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